Hay en mi pueblo un vendedor ambulante magrebí que —cuando no le haces caso con la excusa de tener prisa—, te suelta en su precario castellano: “No bueno prisa. Prisa mata”. Tiene gracia Hassan —ese es su nombre— con su frasecita, aunque algunos lo tachan de remolón. Pero es que parece que la comunidad científica cada vez da más la razón a este sabio hombrecito del desierto.
En EEUU han bautizado con el nombre de estrés digital al trastorno consistente en estar conectados a toda hora, siempre disponibles y dominados por una compulsión a comprobar continuamente el mail y las redes sociales.
En Francia los trabajadores reivindican el derecho —que nos parece algo evidente pero no lo es— a apagar el móvil fuera de horas laborales. De momento es la empresa la que decide si puedes hacerlo o debes mantenerte disponible las 24 horas del día, con la presión que esto supone.
En el caso de nuestra enfermedad, cada vez hay más estudios que avalan la relación entre estrés y evolución —mejor o peor— de la esclerosis múltiple. Y cuando digo estrés no me refiero solo al causado por el jefe que nos exige el trabajo pendiente “para ayer”, también existe el estrés causado desde el interior, que es el que más he sufrido yo.
Recuerdo el ambiente familiar en mi infancia con más pressing que abrazos, entendidos estos como manifestaciones de afecto en general. Una familia típica de aquellos años tan bien reflejados en el cine español por Berlanga y otros.
En el ambiente escolar religioso que conocí hasta los 17 años —hasta entrar en la universidad no vi nunca una chica en clase!— aprendimos rápidamente a huir de los “abrazos cariñosos” de algunos profesores. Aprendí sexualidad gracias a las revistas más bestias traídas de Hendaya por el compañero más bestia de la clase, que nos amenizaba las “lecciones” con “explicaciones pedagógicas” de las “ilustraciones”, del tipo “Juaaa! Mira el mandingo como se calza a la guarrona esa! Juá, juá, juaaa!”
Con este historial, no es de extrañar que mi niño interior haya estado en estado de alerta durante muchísimos años, para sobrevivir a tanto trato dudosamente adecuado. He practicado —y sigo practicando— terapias occidentales y orientales, y gracias a ello ese niño interior cada vez está más calmado, y cada vez ve menos peligros donde no los hay.
A lo lejos veo que Hassan se aproxima con una sonrisa y sus rolex más falsos que un combate de pressing catch. Hoy no intentaré escaparme, le preguntaré por Marsuga —su pueblo natal— y le escucharé sin estresarme. Aún a riesgo de que me tachen de remolón como a él.
El blog de Keawe
Soy un hombre de 52 años.
Marlon Brando contaba en una entrevista que cuando rellenó el formulario en el que se negaba a ir a la guerra de Vietnam, en el casillero que rezaba "RAZA" él puso "HUMANA". Me identifico totalmente.
No se me ocurre mucho más que decir de mí.
Me gusta el cine y la música, y eso se va a ver reflejado en mis textos. Me gusta el humor (el sarcasmo no), y también eso se notará.
...ah, y hace dos años me diagnosticaron esclerosis multiple (con minúsculas adrede).
Gracias por tu naturalidad, por el cariño y el respeto con que escribes. Me gusta mucho
Gracias, Ixi. Hay un dicho que reza algo así: “Cuando Juan habla de Pepe, sabemos más cómo es Juan que cómo es Pepe”. Un besazo.
Keawe,
Me encantan tus relatos, cómo escribes y lo que transmites con tus palabras, ¡impresionante!
Y por supuesto, totalmente de acuerdo contigo, el estrés es uno de los peores aliados para los que tenemos EM. En la sociedad en la que vivimos vivir con estrés se ha convertido casi en algo rutinario, por lo que aprender a controlarlo para nosotros es casi una obligación.
Hassan estará encantado contigo 😉
Un fuerte abrazo
Jajaja! muchas gracias.
La verdad es que está hasta mal visto vivir sin estrés hoy en día!
Un fuerte abrazo de vuelta
Hola.
Casi tres años después te leo y corroboro lo que dices. Vengo de una familia numerosa y, siendo feliz, casi imposible no serlo siendo niño, he vivido muchas situaciones estresantes sobre todo para quién está todo el día pendiente de su alrededor, el médico dice que soy PAS y empatizo demasiado. Curioso que te digan que empatizar tanto no es bueno, más cuando estamos tan faltos de este sentimiento hacia el otro como si se tratase de nosotros. Me gusta lo que dices, sí, soy bastante nerviosa pero no lo aparento, todo pa’mi y pa’dentro ???? no me gusta cuando dicen falta de sol, pues somos de la generación que pasaba más tiempo en la calle que en casa, no me gusta la teoría del agua caliente, ya que acostumbre a ducharme con agua fría, no me gusta es genético, que lo mismo sí y muy selectivo, vengo de familia numerosa y en principio solo lo tenemos 2 hermanos aunque creo un primo 2º de mi madre también ????
Por todo ello y con un poco de rollo apoyo tu idea de estrés, pero ojo que no todo es nervios como a veces quieren hacernos ver las especialist@s. ????
Un abrazo. ????