“Brindo por el momento en que tú y yo nos conocimos…” cantaban Los Rodríguez en una de sus memorables canciones con la que algunos bares -que yo frecuentaba hace años- apagaban las luces para cerrar, ya de madrugada.
La semana pasada tuve consulta con mi neurólogo Javier Olaskoaga. Buenas noticias: muy buenos resultados en la analítica, sin novedad en la resonancia magnética (no news: good news) y cuando me mandó andar en línea recta, lo hice mil veces mejor que la primera vez, hace 2 años.
-Muy bien –me dijo-. Te acuerdas de cómo anduviste el primer día que te reconocí?
-Perfectamente. Casi me choco contra la camilla y tiro la banqueta, ja, ja, ja…. Creo que el yoga me ha ayudado mucho en esto.
-Sí, sí -Me respondió mirándome fijamente-. Pero lo has hecho TÚ.
-Es verdad -añadí-. Soy YO el que se lo ha tomado muy en serio.-Están muy bien las analíticas y por la resonancia parece que mantenemos congelada la enfermedad. Y lo que es muy importante: tu estado de ánimo es muy bueno.

     “…no es un momento triste ya que brindo con amigos”

     Lo que más me cuesta de mi estricta dieta es dejar el chocolate (el de comer, el otro hace muchos años que ni lo pruebo) . Mi dietista me deja comer una onza al día, de chocolate negro sin azucares añadidos. Busqué y encontré la tableta con las onzas más grandes: 4 onzas por tableta y con tropiezos: avellanas y almendras .Me gusta la frase que una vez oí a mi hermano: “soy tramposo porque llevo un as en la manga, pero soy legal porque lo digo”.Cuando se lo dije a mi dietista me llamó tramposo y se rió mucho. Casi siempre me comprende y me dice: “es que hay que vivir”.

“…porque la vida es dura por el fin de la amargura…”   

Me viene a la mente la primera visita al doctor hace dos años. Fui con mi pareja, ya que desconocíamos totalmente esta enfermedad. Nos habló de la mielina, de que esta es “la enfermedad de las mil caras”, y que a mí me estaba afectando sobre todo a la visión. Me preguntó si quería someterme a tratamiento farmacológico y –sin dudarlo- le dije que sí. Nos explicó que tenía que inyectarme Copaxone  todos los días.  Entonces fui al baño y a la vuelta mi mujer no estaba en su asiento. Vi a la enfermera atendiéndola mientras yacía pálida en un banco largo: se había desmayado.Hace un año acudí a mi cita con una depresión de caballo. No levantaba cabeza, e Idoia –brillante psicóloga con mucha experiencia en ADEMGI- me había dicho que podían ser efectos secundarios de la medicación.En realidad no tenía razones para estar tan deprimido: tengo una familia con la que había soñado siempre, tengo amig@s con los que “empato” y empatizo, sigo trabajando en un empleo que me gusta, voy a algunos conciertos,  al cine…Efectivamente, insistí al dr. Olaskoaga en que quería cambiar de medicación, cosa que hizo- y a los pocos días me encontraba bastante mejor de ánimo.Os explico la razón del título de este “post”: Ya llevo 2 celebraciones de mis resultados médicos, y en diciembre, ya se sabe, “Santo-To”, navidades, comidas, cenas… Muchos brindis.Seguiré haciendo caso a mi dietista: “Es que hay que VIVIR!”

          “…que la salud no falte a toda la Humanidad!”   TOPA!!!

 Canción: www.youtube.com/watch?v=1nY2ayShti0