Se acerca el final de otro año. Para muchos es el momento de hacer balance de lo vivido y por supuesto, ¡yo no iba a ser menos! Ha sido un año muy duro, pero prefiero quedarme solo con las cosas buenas. Uno de los momentos más especiales para mi de este año fue nada más y nada menos que ¡subir a San Juan de Gaztelugatxe! Os lo cuento desde el principio para que entendáis porque ese momento es para mi tan especial.
Iba a estar una semana ingresada con el nuevo tratamiento en el hospital de día y recuerdo que el fin de semana anterior, quería hacer cualquier cosa por no quedarme encerrada en casa. Fuera lo que fuera. Empezaba a poder caminar mejor, pero no conseguía tener la fuerza que esperaba. Aún así, desde hacía algún tiempo un reto rondaba mi cabeza: poder subir hasta la ermita de San Juan de Gaztelugatxe.
Recuerdo haber estado allí en alguna ocasión antes, pero desde que era un “renacuajo” no había vuelto a subir. Y ahora más que nunca tenía que demostrarme a mí misma que podía hacerlo, fue como un reto que me quería marcar a mi misma.
Pues bien, esa mañana de domingo de Junio que recuerdo como si fuera ayer, dormía en casa de mi prima y mi ahijado y cuando me desperté me dijo “Venga, ponte en marcha, te presto ropa de monte y nos vamos de excursión”. Yo no entendía nada…¡No me había puesto ropa de monte desde que iba al colegio! Y menos aún cuando preguntaba a dónde íbamos y me decía que a Plentzia, por lo que entendía que más que la ropa de monte pegaba más que la de playa, pero el día no estaba para echar cohetes. Sin rechistar me vestí y nos pusimos en marcha.
Se nos unió mi madre y nos montamos los cuatro en el coche. Mi orientación con las carreteras es nefasta, pero a Plentzia no me parecía que se fuera por ese camino. Hasta que llegamos cerca del Eneperi no supe dónde estábamos. Sí, era una sorpresa y yo no podía contener la emoción. Un sinfín de cosas se me empezaron a pasar por la cabeza: miedo, afán de superación, pero sobre todo me sentía tan afortunada por la familia que tengo…eso no se puede describir con palabras. Les abracé y no pude decir nada, no me salían las palabras.
Y ¡empezó la aventura! Como ya no se puede aparcar justo debajo de las escaleras…tuvimos que dejar el coche justo en el aparcamiento de Eneperi. Vaya caminito que había hasta llegar a las escaleras de San Juan…Veía a la gente cómo subía y yo solo me decía para mis adentro ¡ay dios! Pero lo hice, me ayudaban para apoyarme bien, hacíamos las paraditas de rigor y llegué abajo. Primer reto con el que no contaba conseguido. Ahora quedaba el de verdad. Al empezar a subir las otras escaleras, llego un momento en el que me entró mucho agobio…No dije nada, pero pensé “no puedo y si no puedo subir mucho menos bajar y entonces, ¿qué haríamos?” Dije entonces “necesito descansar”. Respiré, me relajé y continúe subiendo un poco más lento que hasta entonces. Pero mi cabeza no me dejaba rendirme, empecé a repetirme, tú puedes, tú puedes, lo puedes hacer y lo vas a hacer. Y así fue, llegue.
Allí arriba no podía contener las lágrimas, escondiendo mis ojos detrás de las gafas de sol. Ese momento en el que toque la campana de la ermita no se me olvidara nunca ¡Qué satisfacción tan grande! Esa sensación de alcanzar una cosa que tal y como estaba tiempo atrás, ni se me había pasado por la cabeza. Y ahora, ahí estaba yo, más feliz que unas castañuelas y pensando, esto es solo el primer paso, el principio de las mil cosas que me quedan por hacer. Y con la gente que tengo a mi alrededor, sé a ciencia cierta que será posible.
No me quería mover de allí, pero quedaba la vuelta. La sensación de agobio había desaparecido, el cansancio obviamente no, pero el chute de energía era tal, que me sentía capaz de llegar a cualquier lugar.
Ya de vuelta, comer, descansar y revivir todo lo que había pasado ese día por mi cabeza. He visto la película “100 metros” y eso de que “Rendirse no es una opción” cobró más fuerza que nunca, me sentía en “mi particular Iron Man”.
Así que ahora, esperando la próxima…que ya será el año que viene, por lo que aprovecho para desearos a todos Zorionak eta Urte berri on!
Hola…me llamo Noelia y en mi caso es secundaria progresiva.Me siento totalmente identificada contigo y parece mi mismo relato de mi experiencia,es tal como yo explicaría ese día que también hice el reto de subir a San Juan de Gaztelugatxe,en mi caso fue el 10/09/2016,el día de mi 45 cumpleaños y fue un reto personal que hice con mi marido y mis dos hijas de 14 y 9 años.Fue muy duro pero muy gratificante el saber que se puede…sobre todo el cariño de la gente que me apoyaba por el camino y me daba ánimos viendo como iba…Así que te felicito a ti también porque eres una campeona y buscaremos más retos el año que viene y seguiremos luchando día a día porque con nosotras no va a poder!!!
Zorionak eta urte berri on!!
Mila esker!!
Hola Noelia,
Lo más gratificante de escribir mis vivencias es leer cosas como estas…Sobre todo esa mentalidad de superación es lo que nos hace más fuertes y por supuesto que no le dejaremos que pueda con nosotras. Por supuesto que nos seguiremos buscando retos para este año, no cabe duda????. Tú también eres una campeona.
Te mando todo mi cariño y que disfrutes mucho de estas fiestas con tu familia.
Zorionak y que el 2017 te traiga un montón de cosas buenas.
Un abrazo
Hola Petita, me ha gustado mucho tu relato.
Me alegro que hayas logrado el “Ironman” de Gaztelugatxe.
No escondas tus ojos cuando llores: que todos veamos que aquí hay una jabata que no se rinde!!
Un fuerte abrazo
Muchas gracias Keawe y que palabras tan bonitas llenas de fuerza.
Muchas veces nos ocultamos al llorar porque parece un síntoma de debilidad, pero hay que cambiar esa perspectiva y por supuesto, no rendirse jamás.
Un abrazo grande
Fantástico!!!!!!!!!!!!!!!!
No puedo decir más, es una maravilla leeros y sentir que sois un ejemplo a seguir.
Saludos!!!!!!!!!!!!!!
¡Mil gracias Itxi! Estoy encantada de que te guste tanto leernos y agradezco un montón tu apoyo.
Un abrazo